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La sal
tiene dos funciones principales, sazonar y preservar. Una comida sin sal es
insípida y alimentos bien salados se mantienen sanos durante mucho tiempo. Por
estas razones la sal no podía faltar en la mesa del Eterno.
Todos los
sacrificios que subían al altar tenían que tener sal. Los sacrificios son
una comida para el Eterno (Lev. 21:22) y por lo tanto siempre tiene que ser
sazonada con sal ya que toda comida debe tener sal. Y como la sal tiene la
capacidad de preservar los alimentos, también simboliza algo perpetuo.
La sal del
Mar Salado, llamada “sal de Sodom”, que normalmente se usaba en Israel en tiempos
antiguos, nunca pierde su sazón. Por esta razón la sal simboliza lo eterno y es
usada como señal de pacto. Lo fundamental de un pacto es que sea perpetuo y por
eso la sal es un buen símbolo para ello.
Cuando
YHWH instituyó las ofrendas en el tabernáculo también ordenó el uso de la sal
como recuerdo de su pacto perpetuo con el pueblo. Al llamar un pacto “Pacto de
sal” – brit melaj,ברית מלך – significa que es un pacto sólidamente
establecido y perpetuo. Dos veces aparece esa expresión en las Escrituras (Núm.
18:19; 2 Crón. 13:5).
La sal
tenía que acompañar no solamente todas las ofrendas que subían al altar, sino
también el incienso y el pan de la proposición. Incluso se usaba para la rampa
del altar para que los sacerdotes no se resbalaran.
En la mesa
de un judío no debe faltar la sal. Después de la destrucción del templo la mesa
en la casa de un judío es vista como un altar. Por eso, después de hacer la
bendición sobre el pan, es costumbre echar sal sobre el pan o meter los
trocitos de pan en sal antes de comerlos. Así se recuerda el pacto delante del
Eterno.
El texto
que hemos resaltado también nos enseña que sólo se puede acercarse al Eterno a
base de un pacto. Es imposible acercarse a YHWH sin tener un pacto como
fundamento. La palabra hebrea que normalmente se traduce como sacrificio es korbán –קרבן – (en este versículo fue traducida como ofrenda). La raíz de esa
palabra es karav – קרב–
que significa acercar(se).
El
sacrifico no es solamente algo que se acerca a YHWH sino también sirve como
medio para acercarse a ÉL. Ahora, sin sal el sacrificio no es acepto delante de
Elohim. Con otras palabras sin pacto no hay cercanía al Eterno.
Todos los pactos entre el Eterno y el hombre sirven como plataformas
para que el hombre pueda acercarse al Altísimo.
¿Qué es
el pacto de sal?
En el
Oriente, el tomar la sal es una garantía, una promesa de fidelidad.
Si yo
voy a tu casa y como contigo una comida que haya sido sazonada con sal, ya no
podré nunca traicionarte o hacerte daño alguno. Incluso aunque se diera el caso
de que hayas cometido un crimen y se me pida que testifique contra ti, yo no
podré hacerlo una vez que haya comido de tu sal. Tal vez pueda intentar
persuadirte para que hagas lo que es correcto, pero sería capaz de dejarme
matar antes que quebrar el pacto de sal. De hecho, si lo hago, la pena que me
espera es la muerte.
El pacto de sal todavía
se lleva a cabo en los días de hoy en el oriente. Suponte que tú eres el
propietario de un rebaño con 500 ovejas, y que un hombre se te acerca para
comprártelas.
Él te paga 300 dólares y
te dice que te pagará los 800 restantes en el plazo de un mes. Si él
pretendiese firmarte algún documento equivalente a los 800 dólares tú nunca
estarías plenamente seguro de que no fuese a traicionar el acuerdo que hizo
contigo.
Pero si él hace contigo un pacto de sal, no puede haber la menor duda
de que recibirás los 800 dólares. Éste hombre, además, le hará prometer al hijo
mayor que si alguna cosa le sucediese antes de que llegue el tiempo para pagar,
el hijo pagará la deuda.
Otro ejemplo, suponte
que tú estás viajando por Oriente Medio y que te encuentras muy lejos de la
ciudad cuando cae la noche. Tú te acercas a una tienda, y lo más probable es
que el ocupante de la tienda sea uno que se sustenta robando por los caminos,
una vez que esta gente acampa fuera y lejos de las demás personas.
Tú puedes
acercarte a la tienda y decirle al hombre: “Yo soy americano; no he conseguido
llegar a la ciudad antes de que anocheciera y me he perdido en el camino, y
desearía saber si puedo quedarme contigo para pasar la noche.”
Y él te dice, “¿Pero, no
sabes tú que yo soy un ladrón? ¿Será que quieres pasar la noche con un ladrón?
Si tú conoces este
procedimiento, entonces debes decirle: “Sí, pero haré contigo un pacto de sal
para mi protección.”
Él entonces se inclinará
con un saludo y dirá: “Ven, bendito del Señor,” Te hará un asiento en su
tienda, probablemente en el suelo, y añadirá: “¿Cuánto dinero tienes?”
Le sacarás tu dinero y
le permitirás que lo cuente. “Mil dólares,” concluye él, y pondrá el dinero en
su bolsillo.
Entonces te pondrá en
frente alguna comida que haya sido previamente sazonada con sal, como aceitunas
o algún trozo de carne seca, y comiéndola juntos realizarán el pacto de sal
entre ambos.
Ahora te puedes ir a
dormir descansado, en la cama que te provea, pero éste ladrón no dormirá
mientras que tú estés allí. Se colocará en la puerta de la tienda y permanecerá
allí vigilante, y andará de un lado a otro con su arma en la mano, vigilando y
protegiéndote mientras tú estés dormido.
Por la mañana, te ofrecerá el desayuno
que tenga con él, volverá a contar en tu presencia el dinero y te lo entregará,
y te llevará protegiéndote hasta el lugar donde quieras ir. No te cobrará nada
por sus servicios, porque todo lo ha hecho como un servicio para Dios.
Otro ejemplo bíblico de
la quiebra del pacto de sal es el caso de la traición de Judas hacia nuestro
Señor (Marcos 14:18-20):
Y cuando se sentaron a
la mesa, mientras comían, dijo Jesús: De cierto os digo que uno de vosotros,
que come conmigo, me va a entregar.
Entonces ellos
comenzaron a entristecerse, y a decirle uno por uno: ¿Seré yo? Y el otro: ¿Seré
yo?
Él, respondiendo, les
dijo: Es uno de los doce, el que moja conmigo en el plato.
Judas estaba comiendo
del mismo plato que nuestro bendito Señor, comiendo su sal; y al mismo tiempo,
como astuto malhechor que era, estaba planeando traicionarle.
A ningún oriental
le sorprende que se quitase la vida posteriormente; porque como ya hemos dicho,
la pena por quebrar el pacto de sal es la muerte y si Judas no lo hubiese hecho
por sí mismo, ¡algún otro se hubiese encargado de hacerlo por él!
Diariamente comemos la
sal de Dios, porque trabajamos y comemos por la gracia de Dios, pero algunos de
nosotros le deshonramos por no guardar nuestra palabra de compromiso con Él.
En la India, el novio y
la novia hacen el pacto de sal cuando repiten sus votos de compromiso. Esta es
la razón de por qué hay tan pocos o ningún divorcio entre las altas casta hindúes. Siempre que un marido sea tentado a desconfiar de su mujer;
o la mujer a censurar a su marido, ellos se acuerdan de su pacto de sal, y se
comportan de la manera que establecieron de común acuerdo.
En cada cena del Shabbat, en la ofrenda del pan ponemos sal para confirmar nuestra alianza con el Rey del universo, con YHWH nuestro Elohim, y nos acercamos por medio del Mesías Yeshúa. Al iniciar nuestra cena con pan, sal y vino, es para honrar a YHWH y afirmar nuestro pacto con Él. --En el Milenio lo seguiremos haciendo, según las Escrituras--
Shalom
Impresionante, no lo sabia!, hay mucho que aprender.
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